Los ensayos clínicos son investigaciones médicas realizadas con personas voluntarias para poner a prueba nuevas formas de luchar contra las enfermedades. Los voluntarios pueden ser enfermos o personas sanas, y los ensayos pueden investigar medicamentos, técnicas quirúrgicas, métodos diagnósticos, prótesis, etc.
En la investigación sobre el cáncer los voluntarios son siempre enfermos y los ensayos clínicos casi siempre se tratan de la prueba de nuevos medicamentos. Pero, para llegar al ensayo clínico hay un largo camino y mucho trabajo antes.
Se calcula que pueden transcurrir cerca de diez años desde que una sustancia empieza a ser investigada hasta que se convierte en un fármaco aprobado por las autoridades sanitarias. Sólo cinco de cada cinco mil compuestos evaluados en las fases preclínicas llega a ensayarse en humanos; y de ellos, sólo uno logra finalmente ser comercializado. La necesidad de financiar con muy pocos medicamentos la investigación realizada con miles de compuestos es una de las razones del alto precio de los fármacos anticancerosos. El primer peldaño de esta escalera es la investigación básica. Mediante ensayos con muestras de tejido, cultivos celulares y animales se intenta demostrar que el compuesto tiene algún tipo de actividad antitumoral, cómo se comporta ante las células malignas, cuál es su mecanismo de acción o cuáles sus posibles efectos secundarios. Las pruebas con animales ayudan además a hacerse una idea de cuál será la dosis ideal en humanos y a demostrar que la sustancia no es tóxica ni provoca malformaciones. Si en estas primeras investigaciones no se detecta ningún problema de seguridad ni de toxicidad grave, la compañía propietaria de la patente está en condiciones de pedir permiso a las autoridades sanitarias para iniciar los ensayos con humanos. Para subir este segundo peldaño, el promotor del ensayo (que también puede ser una universidad, un hospital o un grupo de como el GEIS) debe aportar toda la información recogida en la fase preclínica así como todos los datos sobre la investigación que pretende llevar a cabo. El objetivo de estos estudios es demostrar que un nuevo fármaco es seguro, eficaz y ventajoso en comparación al tratamiento considerado el mejor hasta ese momento. La investigación médica en humanos emplea el método de los ensayos clínicos que se escalonan en tres fases. Solo los ensayos que superan la fase 1 pasan a la 2; y solo los que alcanzan los objetivos propuestos en la fase 2 acceden a la 3. Finalmente, el éxito del ensayo fase 3 abre las puertas a la comercialización de la sustancia investigada como verdadero medicamento. Un ensayo en fase 1 tiene como finalidad comprobar la seguridad del fármaco, por lo que se lleva a cabo con muy pocas personas, sólo algunas decenas, escrupulosamente vigiladas. En otras enfermedades, los productos se administran a voluntarios sanos, pero en el caso de la oncología están restringidos a pacientes con enfermedad avanzada que puedan beneficiarse de ella y que hayan dado su consentimiento para probar la nueva alternativa. Los ensayos fase suelen empezar con una dosis pequeña del medicamento que se aplica a no más de tres personas. Solo cuando se ha observado su reacción durante las suficientes semanas como para concluir que la dosis es segura, se aumenta un poco en el siguiente grupo de voluntarios. Y así hasta que se da con la dosis que presenta el equilibrio ideal entre actividad y efectos adversos. Una vez que se ha comprobado que el medicamento no produce reacciones graves, la fase 2 determinará la actividad del compuesto en distintas situaciones, al tiempo que se sigue aprendiendo acerca de la toxicidad y de la dosificación. Estos ensayos suelen incluir en torno al centenar de pacientes. El último peldaño de la investigación clínica es la fase 3, cuyo objetivo es demostrar si el nuevo tratamiento no solo es eficaz, sino si lo es menos, igual o más que los tratamientos vigentes. El número de participantes alcanza varios millares, por lo que es necesario realizar grandes esfuerzos de cooperación entre decenas de hospitales, a menudo de muchos países. En el diseño se incluye ya un grupo control. Es decir, se compara el nuevo tratamiento con la terapia considerada mejor hasta ese momento. En caso de que no exista ningún tratamiento para la situación que se investiga se recurre a un placebo como control, es decir, una sustancia inactiva que representa la ausencia tratamiento. Para ello se recurre a un concepto fundamental en los ensayos clínicos la aleatorización (también llamada randomización por influencia del inglés, random). El único modo de saber si el nuevo fármaco es mejor que el viejo es tratar a dos grandes grupos de pacientes en paralelo y evaluar cuántos mejoran en cada grupo. Pero para que este enfoque funcione es necesario que ambos colectivos sea idénticos en todo excepto en el tratamiento que reciben. Es decir, han de tener la misma distribución por sexos, edades, grado de desarrollo del cáncer, antecedentes familiares, tabaquismo… El único modo para que esta distribución sea uniforme es el puro azar. Un programa de ordenador asigna a cada participante, bien al grupo que será tratado con el tratamiento control o bien al que tomará el nuevo medicamento, del que aún no se sabe si realmente aporta alguna mejoría. Dicho con otras palabras, le toque lo que le toque, cualquier participante en un ensayo clínico tiene las mismas probabilidades de que su tratamiento sea finalmente el mejor. La participación en un ensayo clínico es totalmente voluntaria. A un enfermo le basta decir que no para seguir recibiendo la terapia estándar. Incluso aunque ya haya iniciado su participación en el ensayo, la ley garantiza su derecho de abandonar para recibir el tratamiento antiguo. Si el nuevo producto cumple todos los objetivos, la compañía está ya en condiciones de solicitar su aprobación. Los organismos responsables de dar este visto bueno son las agencias reguladoras del mercado de fármacos y productos sanitarios: la Food and Drug Administration (FDA) en Estados Unidos y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) en el caso de los países comunitarios. Ambas tienen criterios y ritmos diferentes, por lo que no extraño que un fármaco ya aprobado al otro lado del Atlántico tarde más tiempo en ser comercializado en los países europeos, o viceversa. Depende del tipo de ensayo clínico que se trate, unos podrán tener más riesgos que otros. Para conocer a fondo los riesgos que existen en un ensayo clínico concreto, el médico proporciona una Hoja de Información al Paciente donde viene detallado los posibles riesgos de participar en el ensayo. Y además el equipo médico podrá explicarle con claridad todas las dudas que le surjan. Los efectos adversos relacionados con un medicamento en un ensayo clínico se examinan minuciosamente y se envía la información a todos los médicos que participan en el estudio para que conozcan el caso y puedan evitar que le suceda a otra persona. Además, la información siempre ha de llegar a las autoridades sanitarias. La participación en los ensayos clínicos es completamente voluntaria. La ley prohíbe expresamente pagar a los pacientes a cambio de aceptar ser incluido en un ensayo clínico. Si acepta participar es necesario consentir por escrito, tanto por el paciente como por el médico. Una copia del consentimiento es para el paciente, y en ella están todos los detalles del tratamiento que se va a recibir. Otra copia se la debe quedar el centro. El paciente no sólo es libre de aceptar o rechazar la participación en el ensayo, sino que la ley establece clarísimamente que los participantes pueden abandonarlos en cualquier momento, por su propia voluntad, sin previo aviso, sin necesidad de explicaciones, y con la garantía de que, a partir de ese momento, se les aplicará exactamente el mismo tratamiento que hubieran recibido de haber rechazado el ensayo. Por otro lado, todo ensayo clínico con riesgos tiene contratado una póliza de seguro y debe cumplir rigurosamente con las leyes Españolas y Europeas en materia de investigación. Cuando un cáncer no tiene fácil tratamiento, una muy buena opción suele ser participar en un ensayo clínico. Éstos dan a muchos enfermos la oportunidad de acceder a los más recientes fármacos antes de que sean comercializados. Un tiempo de espera del que, muchas veces, no disponen. Los ensayos clínicos están regulados de manera muy estrecha. De ninguna manera es posible que un médico o un hospital se lance alegremente a probar en humanos una sustancia de su invención. En Europa, es la EMA (Agencia Europea del medicamento) el organismo encargado de aprobar los ensayos clínicos, de vigilar su desarrollo y de velar por la seguridad del paciente. Además, en España, cualquier ensayo clínico ha de ser autorizado por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) y aprobado por el Comité Ético de Investigación Clínica (CEIC). En los CEIC no sólo participan los médicos y farmacéuticos de los hospitales; la ley requiere que incluyan a representantes sociales, que suelen ser abogados de asociaciones de pacientes. Es obligatorio que todo ensayo esté cubierto por un seguro de responsabilidad civil. Por supuesto, todos los tratamientos, pruebas diagnósticas, operaciones quirúrgicas, ingresos hospitalarios y tratamiento de complicaciones que surjan en el curso de un ensayo clínico son gratuitos, no importa si la investigación tiene lugar en un hospital público o privado. Los ensayos pueden ser inspeccionados a lo largo de su desarrollo por las autoridades españolas y/o europeas, de manera que haya una vigilancia estrecha de los procedimientos y la seguridad de los pacientes. El GEIS ha llevado a cabo más de 20 ensayos clínicos y tiene más de 10 ensayos activos. Algunos de ellos han sido diseñados y promovidos por los investigadores que colaboran en GEIS. Otros son grandes ensayos cooperativos europeos o mundiales en los que participamos. Nuestros ensayos se desarrollan en hospitales tanto públicos como privados de toda España y en centros extranjeros cuando otros países también participan. Por desgracia, las situaciones en las que se puede ver un paciente de sarcoma son innumerables, de modo que es imposible garantizar que para cada caso exista un ensayo apropiado, o que se aplique en algún centro cercano a su residencia. Por otro lado, no basta con desearlo para participar en un ensayo clínico. Todos ellos tienen una lista de criterios para ser incluido en el ensayo y otra de criterios que le excluirían de participan en el ensayo. Para poder ser incluido en un ensayo es imprescindible cumplir todos los criterios de inclusión y no presentar ningún criterio de exclusión. Si usted o algún familiar padece un sarcoma y busca un ensayo clínico, empiece por echar un vistazo a la sección Ensayos Clínicos Abiertos Si ve allí algún ensayo que describa una situación parecida a la suya, póngase en contacto con nosotros. Haremos lo que esté en nuestra mano para localizar a un especialista en sarcomas cercano a su residencia que participe como investigador en el ensayo de su interés.El largo y arduo camino de la investigación de laboratorio
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